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Resumen

El parteaguas más significativo en la teoría económica del desarrollo sucede en los años cincuenta. Desde entonces, los caminos para trabajar esta teoría fueron los más diversos: hubo quienes se convirtieron en seguidores del Plan Marshall y preconizaban transferencias financieras a favor de los estados; otros como Nurkse bordaban su teorizaciones del círculo vicioso de la pobreza o el propio Arthur Lewis quien trabajaba su hipótesis para realizar la transferencia generada por la mano de obra agrícola hacia la agricultura. Por su parte, Rosenstein-Rodan estudiaba la manera del crecimiento industrial en gran escala, cuya conclusión es el enunciado del despegue mundial de la sociedad hacia la era industrial como lo plantearía Walt Rostow. Para estos economistas liberales anglosajones la función del Estado aparecía limitada, mientras llegaría el momento en que Albert Hirschman y Francois Perroux, al igual que Gerárd de Berni comenzarían a organizar los llamados efectos de arrastre, los polos de crecimiento, y las industrias industrializantes que estados del entonces tercer mundo debían gestionar a partir de una importante inversión pública. Habría que esperar que Raúl Prebisch pusiera en marcha su teoría acerca de la importancia del mercado interno, a partir de la política de sustitución de importaciones, para que estos cambios aplicados desde algunos estados de Latinoamérica, y fomentados por la CEPAL, empezaran a dar sus frutos a ese respecto.

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